Una adecuada gestión de la temperatura y el tiempo son claves para una correcta conservación de la carne. Hoy Cárnicas Cabo te revela cómo conservar la carne de manera adecuada para un consumo seguro.
El consumidor debe saber que no todos los alimentos son iguales y, por tanto, no todos tienen las mismas necesidades. Uno de los aspectos fundamentales es el de la conservación, que varía en función del tipo de alimento. Para la carne, una adecuada gestión de la temperatura y el tiempo son claves para evitar infecciones alimentarias, así como tener en cuenta las distintas formas en las que se comercializa (piezas enteras, en bandejas o picada).
La conservación de la carne sea del tipo que sea, requiere temperaturas de refrigeración. La temperatura a la que debería mantenerse la nevera sería de unos 4ºC. La carne fresca tiene una vida corta y, aunque se mantenga en la nevera, debería cocinarse antes de las 72 horas tras la compra. Es importante proteger la carne del contacto con el aire para evitar contaminaciones.
A veces se producen cambios de colores que son normales y no afectarían a su calidad o estado. La carne puede pasar por distintas tonalidades en función de las condiciones externas a las que se someta, sobre todo si entra en contacto con el aire y la luz. En casos así se produce un cambio en el principal pigmento de la carne y se oscurece. Esto no indica que esté deteriorada, sino que se ha producido una oxidación.
Una correcta conservación de la carne pasa por:
- Almacenarla en la parte inferior de la nevera para evitar que gotee a otros alimentos
- Debe introducirse en recipientes limpios y cerrados de forma hermética
Congelación y descongelación de la carne
El proceso de congelación de la carne cruda debe hacerse lo más rápido posible para evitar la formación de cristales de hielo. Lo más recomendable es cortar la carne en trozos no muy grandes, envolverlos en film transparente, separando las porciones o raciones. La carne cocinada se puede congelar una vez está fría y conservar en envases que cierren de forma hermética.
La descongelación de la carne debe realizarse de manera lenta para que sea uniforme, tanto si está cruda como cocinada. Después de sacar del congelador, debe introducirse en la nevera; de esta manera, se evita la exudación que se llevaría parte del sabor y los nutrientes de la carne. La carne que ya se haya descongelado debe cocinarse inmediatamente para evitar que se empiece a deteriorar.